Reactivar el interés de mi generación por la Historia del Arte

Reactivar el interés de mi generación por la Historia del Arte

Durante décadas, la Historia del Arte fue un pilar fundamental en los programas universitarios de humanidades en Estados Unidos. Sin embargo, en los últimos años, esta disciplina ha perdido protagonismo, siendo tildada por muchos como elitista e inútil. Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, el panorama para las artes se torna aún más incierto y amenazador.

Para una gran parte del público, el término “Historia del Arte” evoca imágenes de lienzos decorativos, lecciones interminables sobre Roma o el Renacimiento y listas de pintores fallecidos hace siglos. En otros casos, no suscita reacción alguna, prueba de su creciente desconexión con la sociedad actual.

Los datos reflejan claramente esta tendencia: en 2012 se otorgaron 5.300 títulos universitarios en Historia del Arte en EE.UU., mientras que en 2022 la cifra descendió a tan solo 3.500. Esto representa una caída del 34%. Esta disminución no afecta únicamente a las universidades públicas como UCLA o CU Boulder, donde el número de estudiantes en esta especialidad descendió un 35% y un 78% respectivamente, sino también a instituciones de élite como Princeton (27% menos) y a universidades más pequeñas como Williams College, donde las matrículas se redujeron a la mitad entre 2008 y 2022.

Mi propio vínculo con el arte comenzó en la infancia, gracias a las visitas que mis padres organizaban a museos con mi hermana y conmigo, siempre equipados con lápices y preguntas para estimular nuestra curiosidad. Pero fue en mi segundo año de instituto, durante la clase de AP Art History, cuando realmente descubrí la riqueza de esta disciplina y cómo desafiaba mi visión limitada del arte.

Aquella pasión se fortaleció cuando, al comentar con mi profesor de periodismo una exposición de Johannes Vermeer que planeaba visitar, me animó a escribir una reseña para el periódico escolar. La experiencia fue tan profunda que me impulsó a redactar un artículo íntimo y emocional. Desde entonces, me convertí en la crítica de arte del periódico y decidí estudiar Historia del Arte en la universidad.

Por desgracia, estas oportunidades son cada vez más escasas. La desaparición de programas de arte en institutos de todo el país está eliminando una de las principales puertas de entrada para que los jóvenes descubran esta disciplina. Aimee Resnick, estudiante de Northwestern y expresidenta de la Northwestern Art Review, compartió una experiencia similar: “No fue hasta que cursé AP Art History en el instituto que supe que quería dedicarme a esto en la universidad”, comentó.

Ahora, con Trump de nuevo en el poder, la situación de las artes podría empeorar drásticamente. Su gobierno ha propuesto desmantelar el Departamento de Educación. En noviembre, el senador Mike Rounds presentó un proyecto de ley que propone eliminar dicho departamento, retirar las artes como requisito para una formación educativa integral y suprimir el programa de ayudas artísticas que financia iniciativas pedagógicas innovadoras. Aunque la propuesta difícilmente alcanzará los 60 votos necesarios para ser aprobada, marca una clara postura ideológica que desprecia el valor de las artes.

Resulta tentador calificar la Historia del Arte como una disciplina obsoleta y exclusiva. Pero como antigua estudiante de AP Art History, crítica de arte en mi instituto y futura universitaria en esta carrera, soy la prueba viviente de que todavía hay jóvenes que se sienten fascinados por ella.

Sin embargo, dos factores clave explican su declive: la escasa educación artística en etapas tempranas y la percepción generalizada de que la Historia del Arte es una disciplina cerrada y sin salidas profesionales claras.